9.11.04

amén

El tiempo de la vida humana no es más que un punto, y su sustancia un flujo, y sus percepciones torpes, y la composición del cuerpo corruptible, y el alma un torbellino, y la fortuna inescrutable, y la fama algo sin sentido... ¿qué puede pues guiar a un hombre? Me crié en las escuelas pías de San Antón, adorando al divino maestro San José de Calasanz, y no tenía ni puñetera idea de quien era San Antón ni el otro mendrugo. Sólo recuerdo que yo era la extraña, porque en vez de religión (en los 80, en España) daba ética, no estaba bautizada, los miércoles de ceniza me quedaba en casita, además de que en las fiestas de navidades siempre hacía de corderito y nunca de virgen María (hay cosas que saltan a la vista). También recuerdo que los curas nos metían mano siempre que podían mientras leíamos los renglones de Dios mío, Dios mío porque me has abandonado... pero eso es lo de menos. Luego los planes cambiaron y mis huesos fueron a dar en otro colegio de Cristianos Adventistas del séptimo día. (Vaya tela) Lo mismo, ni Dios ni Cristo ni nada que fuera real, Unamuno al canto, San Manuel Bueno Mártir que tiene que hacer creer a los que no creen y él siendo creyente no cree... Por este y muchos otros motivos crecí con la convicción de que la iglesia que más ilumina, es por supuesto, la que arde. Además de estar segurísima que después de morir iría sin duda alguna, al infierno. Siempre he preferido el calor. Las campanas de misa los domingos en la esquina de mi barrio, no sólo de pan vive el hombre, amados amémonos los unos a los otros porque Dios es amor... Ama a tu prójimo como a tí mismo (suponiendo que uno se ame a si mismo...) y porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía sino de poder de amor y de dominio propio. Dominio propio? qué gran mentira. No hay nada que esté más lejos para un ser humado que el "dominio propio". Pero todo vale con tal de creer que existe un cielo, hasta dónde llega la estupidez del ser humano que inventa un lugar tan horrible como el infierno con tal de no admitir que después de morir no hay nada. Exactamente lo mismo que antes de nacer. Una gran nada. Quien puede creer que existe un Dios justo y todopoderoso que dentro de mil años bajará a la tierra y emitirá su juicio final y enviará a la hoguera a los pecadores y malhechores. Mi modesta inteligencia no me permite creer esas cosas. La nada no es tan mala ni tan complicada, es como la paz la armonía que tanto reclamamos, es como dormir eternamente y lo más importante, dejar vivir a los demás. En mi opinión, lo bueno de cuando uno mismo se muere es que deja de molestar y parece mejor, más bueno y más majo. Hasta te echan más de menos que en vida. Si lo pensamos racionalmente, la media de edad que alcanza un ser humano es de 70 años de vida, eso significa (calculadora en mano) que has vivido 25.550 días, que has comido 76.650 veces (desayuno comida y cena) y si discutes de media una vez a la semana, al final habrás tenido 3.640 discusiones, claro que si duermes 8 horas al día significa que de 611.520 horas que vives, 203.840 de ellas te las has pasado durmiendo, es decir 23.33 años durmiendo. Si cada dos días te arrepientes de algo, te has arrepentido 12.775 veces repitiendo esa sensación angustiosa que te deja un nudo en el estómago por no poder volver atrás. El corazón late a unas 60 ppm en reposo, luego a lo largo de toda la vida el corazón latirá exactamente 2.201.472.000 veces, normal que esté cansado... Si eres mujer y desde (por ejemplo) los 13 años tienes la regla hasta (por ejemplo) los 47 significa que vas a tener la menstruación unas 408 veces, si cada una de esas veces pierdes 1/2 litro de sangre (por ejemplo) al final habrás perdido 204 litros de sangre. Así, naturalmente. Y si desde los 20 años hasta los 70 te duele mucho la cabeza dos veces a la semana durante unas dos horas cada vez (todas sabemos exactamente qué días...) al final te habrá dolido la cabeza unas 5.200 horas, serán unos 7 meses de tu vida sólo con dolor de cabeza... qué bonito. Puede parecer una exageración y no es que yo esté deseando morirme, ni mucho menos, pero supongo que si ningún acontecimiento lo precipita, cuando me llegue la hora, estaré lo suficientemente cansada de todo como para poder decir "adios" en el amplio sentido de "hasta nunca" y por supuesto... que en paz descanse.

Ácida S

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