30.6.05

alta fidelidad...


Sonó el teléfono una vez más y él se apresuró a cogerlo rápidamente, intentando que ella no se diera cuenta. Pero esa voz femenina sonó al otro lado. Sólo iban a ser quince minutos, dios, esque no podía haberse producido la llamada un poco más tarde?, así mientras recogía una a una sus cosas, ella no tendría que haber oído esa conversación de cartón del que hasta ayer era su ser amado con la que hoy pasaba a ser "la otra". Cerró los ojos para contener las lágrimas y cerró la cremallera de la bolsa, haciendo todo el ruido posible porque no quería oir nada. Salió a la terraza, encendió un cigarrillo y miró hacia abajo, 21 pisos, y ganas de volar. Jamás, él no se lo merecería, ahora tengo que luchar y seguir adelante. Pero una parte de ella se quería lanzar, se quería rendir y gritar al mundo que le amaba y que no quería soportar eso, que se sentía tan vacía porque si él ahora mismo volvía diciendo que la quería, sería capaz de darle otra oportunidad. Se sentía tan sola porque con tal de estar bien con él, había dado de lado a todas sus amistades y seres queridos. Con tal de estar bien con él, de que continuara siendo su "hombre", le había permitido ni más ni menos que una infidelidad, con la excusa de no haberse enterado de nada. Pero el corazón lo sabe todo. Y de lo primero que se percató, es de que el no sería nunca su "hombre" porque en el fondo era un niño. Hasta que punto una mujer le consiente todo a un hombre por instinto maternal? El cariño no tiene límites. Por fin colgó. Ella entró de la terraza apagando el cigarrillo en ese cenicero donde tantas veces habían restos de velas, de inciensos, de muestras de amor. Lo vació en la basura y lo echó a la bolsa. - ¿Te lo llevas? - Sí, lo compré yo. -
Para más tarde tirarlo a la basura y no volverlo a ver jamás. - Si tu no hubieras sido de esa manera las cosas no habrían salido así. Podíamos haber tenido un buen futuro.- Dijo él.
Se mordió la lengua y se puso las gafas de sol agarrándo su bolsa, Dios como pesaba. Y de pronto se acordó de aquél chico que la ayudó a subir la maleta en el maletero del coche el día que se enamoró de él. Estaba ahí delante, parado mientras ella soportaba el peso de la huída en un sólo hombro, sin hacer nada.
Que me tenga que ir yo siempre... tiene cojones, pensó. No era la primera vez que la sucedía.
- Que te vaya todo muy bien. Adios.
Y mirando al frente con la cabeza tan alta como podía permitirse y el corazón tan hundido como podía soportar, arrancó a andar y salió de aquella casa. Él la siguio y ni siquiera esperó a que llegara el ascensor. Cerró la puerta y se hizo el silencio. Y el puto ascensor que no subía. Por lo menos hoy no habían dado portazos, ni se habían tirado los vasos a la cabeza, hoy no se habían gritado ni se habían insultado. Según bajaba el ascensor bajaban tambien sus lágrimas por la mejilla hartas de esperarse. Abrió el coche y cargó sus cosas, miró arriba una ultima vez, como miraba siempre que llegaba a casa para ver si él estaba esperándola, y no encontró nada, ni una silueta ni una sombra. Suena su teléfono.
- Hola tia, me he enterado como estas?
- Bueno, voy tirando.
- Ya esque es muy fuerte, nosotras sabiamos algo pero entiende que no te podíamos decir nada sin estar seguras.
- Ahá
- Y que es un palo tener que decirle eso a una amiga
- Si
- Pero que me alegro por ti tia, que no sabes lo que has salido ganando. Ese tio no te merece.
- Ahá.
- Bueno guapisima que si necesitas algo aquí estoy vale?
- Si, claro.
- Bueno un besito. Chao
- Chao.

Colgó y subió la radio a todo volumen, sonaba "First cut is the deepest" de Cat Stevens mientras ella se preguntaba porqué la dolía tanto si no era la primera vez. No era la primera vez que la decían que ella era única y que jamás la harían eso, que era la mujer de su vida. Ya ves, la novia de España. Se preguntaba porqué mientras su cerebro era consciente de todo, su corazón había estado tan ciego. Porqué había sido tan tonta de creéselo otra vez. Porqué no reaccionó antes, y porqué no vió el problema que todo el mundo veía. Y cómo es posible que en ocasiones puedas llegar a querer y odiar tanto al mismo tiempo.
Como ya había hecho en circunstancias parecidas, cogió el coche y se fué tres días fuera. Móvil desconectado, nada de recuerdos ni de amigos comunes. Nada de gritos ni numeritos en público. Tres días sin ruido, tres días sin besos y tres días sin pensar.
Luego el tiempo dirá.

Ácida S.

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