18.8.07

passion

No aprendo nunca.
Mi memoria estúpida tiene a ignorar, metiendo en su raído baúl, los malos recuerdos para que yo flote sobre la mierda, absurda y confiada.
Aunque a veces lo agradezco.
Para no pagar contigo el daño que otros me han hecho.
Me grito: esque ya no te acuerdas de nada? Que no necesitas esto, que nada tienes porque nada quieres, que la decepción ocupa toda tu maleta. Todo un clásico en mi vida, la rutina mata.
Aunque a mí a veces me calma.
Y si hoy escribo es sólo para asegurarme de que apunto con todo detalle este momento, para recurrir a él cual jarra de agua fría verbalizada que apaga la euforia, el calor y la ilusión que me viene a ráfagas. Para pisar tierra firme y no olvidarme jamás de que todo pasa. Lo mejor y lo peor.
Aunque contigo prefiera volar sin mirar hacia abajo.
Como si me tuviera que recordar a mí misma de vez en cuando lo que no quiero ser. [La superencargada]
Para no terminar otra vez en el estado de tarada desmotivada.
Aunque no pueda ser de otra manera. Porque soy yo y no otra.
Y tengo que hacerlo todo así: a lo bestia.
Hay tres frases que cuando me las digo a mi misma indican que estoy en estado de alerta, que me quemo por dentro:
De que vas.
A que juegas.
Te estás pasando.
Y esta semana ya las he pronunciado las tres.
¿Puede alguien llamar a los bomberos por favor?
Aunque prefiero arder en el infierno, a morirme en el cielo, de tedio y aburrimiento.

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