9.11.07

por encargo

Pocas veces hago favores si no gano nada a cambio y quien me conoce bien... lo sabe.

Tampoco tengo costumbre de escribir sobre solicitudes concretas, me basto yo sola y el revuelo de mi cabeza. No obstante, por esta vez haré la excepción de atender a esta petición:

"ola qeria pedirte un favor: he leido absolutamente todos tus posteos y em encanta cmo piensas y escribes.tengo q acer una readaccion sobre los profesores de hoy en dia,lo bueno y lo malo,solo q yo no tengo imaginacion para ello.podrias ayudarme??? si se te ocurre algo escribelo,te leo cada dia"

Lo hago en señal de agradecimiento, ya que dicho comentario me ha levantado el ánimo en estos días grises.

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Las personas nacen y luego se hacen. Nadie es malo por genética, ni listo, ni tonto, ni irresponsable, ni vago. Por desgracia es durante la infancia donde se forman o educan estas facetas de la personalidad que nos definen a los seres humanos y que nos acompañan durante el resto de la vida.

Lo realmente grave del asunto es que en este proceso, participan demasiadas personas. A menudo con deficiencias y/o trastornos mentales, para qué vamos a negarlo. En este mundo hay muchas cosas que están hechas del revés, porque para adoptar un niño, aparte de dinero que ya me parece un fraude, además te hacen trescientas pruebas mentales-psicológicas (e inútiles, añadiría yo, que me cago en toda la psicología), mientras que cualquier colgada de cualquier edad que ya pueda concebir, puede ser madre. Fuerte? Sí, pero constitucional, qué remedio.

Y cuando una obra de arte, como lo es la educación, no sale bien... le echamos la culpa al material. Es como si hubiera que hacer una escultura y de las 24 horas que tiene el día, durante 4 esculpieran distintos maestros, otras 3 esculpieran el padre y la madre, 3 la televisión, 2 los videojuegos, 1 los amigos, ... suma y sigue. Me imagino la forma amorfa de la escultura resultante. Así como me imagino a los niños como pelotas rebotando de un lado para otro y recibiendo instrucciones contradictorias acerca de la correctitud de su comportamiento:

En casa soy el rey mi mamá me lo hace todo y lo que cuesta lo paga siempre papá, pero cuando llego al cole el maestro me manda callar, me suspende si no estudio y me encabrono, me tiene manía. Y como se lo diga a mi papá se va a enterar.

Es el principio de la infelicidad adolescente, inculcar a un hijo que el resto del mundo tiene la obligación de compartir la responsabilidad de sus actos, de protegerle, en definitiva de que se sienta como en casa. Porque no es (ni debe ser) así.

Lo mejor esque ese niño que este año ha suspendido seis, no nació tonto ni listo. Pero la desmotivación de sus maestros por él (porque no olvidemos que la enseñanza es una vocación a la par que una carrera universitaria) la despreocupación de sus padres que lo solucionan todo dándole 50 euros para que no de el coñazo durante el fin de semana y las malas influencias de colegas "de los listos" contra los que nunca estuvo preparado por ninguno de sus educadores, han sido la única causa de que le haya importado tres cojones aprobar, suspender ni a qué se va a dedicar, porque en el fondo ha perdido la confianza en ningún referente, le parece todo un cachondeo que no merece la pena. Y de nada servirá sentarle en una silla y rallarle la cabeza diciendo "tienes que estudiar", "si no apruebas te castigo", "que he hecho yo para merecer esto", "tan mal te hemos educado" etc.

Si a un niño le dices que no se cruza en rojo, le estás dando una orden. Si un niño ve que otro niño cruza en rojo y un coche lo estampa contra una pared dejando sus sesos esparcidos por el suelo... no hará falta ordenarle o convencerle de nada.

Los profesores, que tienen la mitad de la culpa, porque durante años han sido monstruos que han maltratado y atemorizado a los menores y ahora, que han descubierto alternativas pedagógicas menos nocivas, se encuentran con otra generación de verdaderas fieras asilvestradas que se rebelan contra cualquier cosa y que no conocen el respeto. Que para cubrir su aburrimiento y su falta de problemas, se los buscan.

Normalmente para estar capacitado para algo, hay que adquirir un conocimiento. Pero como en cualquier campo, nos encontramos con médicos ineptos, abogados ineptos, políticos ineptos y porqué no, padres y maestros ineptos.

A su vez hay excelentes médicos, excelentes abogados, y porqué no excelentes padres y maestros.

Sólo que en lo que a educación respecta, los responsables, somos todos. Tu y yo incluidos. De manera que la sociedad, al detectar esas ineptitudes (en padres, maestros...) es responsable de denunciarlo y exterminarlo.

Porque es tan peligroso un mal profesor o un mal padre, como un mal médico. Los daños físicos y los mentales, suelen ser irreversibles.

¿Entonces de que depende el futuro de toda una generación?

De lo que te toque.

Más información en esta genial exposición

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