6.8.08

calores perros


El primer refrán que mi padre me enseñó de pequeña es ese que dice: La realidad siempre supera la ficción.

Pues la de hoy ha sido para sentarse en una silla con palomitas y gafas en 3D.

Salgo de la ducha y escucho golpes, vienen del portal, como la puerta no cierra muy bien imagino que algún vecino está tratando de abrir desde dentro.

Me asomo a la ventana de mi Bajo C.

Al rato oigo voces, pero como vivo en el Bronx Madrileño apenas le doy importancia. Las voces se van elevando y distinguiendo: “Que me abras puta”.

En Agosto, con todos los vecinos de vacaciones, con todas las ventanas abiertas, con el maldito calor que vuelve loca a la gente.

Mi vecina (mujer, sesenta y pico años, señora de la limpieza, cara de haber sufrido demasiado) a la que yo bauticé hace tres años ya como Choni-Vecina después de gritarla un día a las 2 de la mañana que se callara y ella me respondiera también a voces… tiene varios hijos: dos mozos chungos (uno electricista y otro sin trabajo), una de 14 años que pesa el doble que yo, y otra de mi edad un poco más bajita que tiene dos o tres niños. No sé, he perdido ya la cuenta de la cantidad de gente que habita en esa casa de 40 metros.

Pues hoy, el ex-novio ex-presidiario de la hija de mi edad de mi vecina choni y padre de sus hijos (que ya ha venido más veces a dar voces y a montar el numerito) un tío de 1,75 – 1,80 borracho como una cuba, violento e histérico, se ha presentado en el portal de la finca y como no le abrían ha reventado la puerta a patadas, cargándose los cristales y la cerradura.

Una vez ha entrado al portal se ha puesto a dar patadas a la puerta de mi vecina, a gritar cosas como “Que me abras puta”, “Quiero ver a mis hijos y si no los puedo ver te rajo”, “Dile a la hija de la gran puta de tu madre que salga que la voy a matar y me voy a mear en su cara de muerta”. Bueno esas frases que supongo debe decir un preso para que le conceda el juez la libertad y pase a ser ex-preso.

Ella le contestaba con su vocecilla acongojada “Vete de aquí, estás borracho, tus hijos están llorando no quieren verte”.

Y yo, que me he imaginado que ni siquiera habían llamado a la policía, en ese afán absurdo, que jamás entenderé, de las personas maltratadas (ya sea física o psicológicamente) de tapar, proteger al maltratador, quitarle hierro al asunto y hacer como que no pasa nada...

He llamado al 091.

Me he vestido por si acaso, porque los golpes y los gritos cada vez eran más fuertes, dejando a mano el bate de baseball que me regaló el psicópata (a cambio de mi bonita costilla rota).

Mi pobre gato, se ha subido a la cama y se ha metido debajo de la sábana y gruñía, que listo es el jodío, cómo sabe cuando hay movida.

El conflicto moral ha venido cuando el hijo de la gran puta ha conseguido tirar la puerta abajo, mis vecinas han empezado a chillar y a gritar “socorro por favor que alguien nos ayude”, en mi edificio no había ni Perry, y yo vivo en la puerta / patio de al lado. He empezado a oír, en décimas de segundo, cristales y niños chillar y sin pensarlo (porque si lo pienso no lo hago) he cogido las putas llaves de mi puta casa y he salido echando ostias a que me partiesen la cara…

Al llegar he visto a mi vecina (madre) tirada al fondo bocabajo en el suelo (llegué demasiado tarde, ya la había dado un puñetazo) y a su hija en un rincón echa una bola mientras el hijo de la gran puta la daba patadas.
Le he gritado (una 'e') y acto seguido me he lanzado a su cuello por detrás cual koala, manchándome toda mi preciosa camiseta de sangre.

Anda que si me ve ahora mi madre.

Todavía tengo metido ese olor en el cuerpo. Una mezcla de sudor, alcohol, sangre y miedo.

Y yo sólo veía cristales por el suelo mientras él se intentaba soltar de mis brazos de mujer, que apretaban con mi fuerza de mujer.

Y sí, podéis cambiar la palabra mujer por niña, dadas mis dimensiones, pero me sonaba victimista.

Por supuesto que ha logrado darme un empujón y estamparme contra la puerta hasta dejarme sin respiración (momento: joder tenía que haber cogido el bate) mientras oía, cual música celestial a lo lejos, voces de “HOLA, POLICIA, HOLA??” (hoy sí: benditos sean).

Ha salido corriendo hacia la escalera interior (no sin antes dedicarme un bonito “Hija de Puta te voy a matar”) y ha subido hasta el tercero amenazando “Que me tiro, que se vayan que me tiro ostia”.

Se lo han llevado esposado, pero dentro de una o dos semanas estará en la puta calle. La madre de sus hijos todavía tendrá moratones en la cara.

Estoy harta.

De tener que arreglar la cerradura del portal a las 12 de la noche yo sola, como buena presidenta, mientras saco la basura que contiene, mi ex-preciosa camiseta.

De tener que ir mañana durante 3 o 4 horas a Leganitos a poner una denuncia a un gilipollas.

De cruzarme con indeseables a las 5 de la mañana en mi propia calle, a las 12 de la mañana en mi propia casa… y nunca poder hacer nada.

Estoy harta.

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