7.10.04

i dont like the drugs...

... but the drugs like me.La vida se puede vivir a pelo o anestesiado. Lo malo es que a lo largo de los años dejan de ser compatibles y una cosa anula la otra. Para mí en ese aspecto sólo distingo dos tipos de personas, líderes y liderados. Estrellas y estrellados. Los que siempre les duele algo y los que nunca se quejan de nada. Uno elige eludir los problemas, intensificar una euforia que de otro modo jamás habría estado ahí, entonces empieza a ver la realidad como una película muda, en blanco y negro y a cámara lenta, donde pase lo que pase, parece como si al final nada importara porque los problemas quedan al otro lado de la pantalla.
Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes, la muerte es más tranquila, la vida más entretenida. Vivir con sustancias hace que se dejen de sentir cosas, atenúan las desgracias, pero difuminan las sensaciones, los olores, las temperaturas. La primera vez que bebí alcohol creo que tendría 16 o 17 años y aunque no fue una gran cantidad, no olvido nunca esa sensación maravillosa de las mejillas adormecidas, calor, pellizcarme y que no me doliese, la sonrisa permanente, y por fin esa calma de darme igual que el resto del mundo me prestara atención o no. Lo que llevaba por dentro era divertido y suficiente, claro que cuando se me pasó un poco el mareo, lo que vi a mi alrededor era lo bastante desolador como intentar evitarlo en la medida de lo posible el resto de mi vida. Creo que no hace falta que lo explique porque todos hemos tenido una de esas noches. Y así van llegando muchas más cosas, alcohol, pastillas, depresión, insomnio, tabaco, soñodor, hachís, Farmatón Complex, migrañas, marihuana, lexatín, prozac, cocaína, heroína… llámalo X. Excusas, excusas… Es que ahora estoy muy nervioso, es que me ha dejado el novio, es que ahora tengo exámenes, he pasado un momento difícil… Excusas, excusas. El caso es que cambie nuestra percepción de la realidad. El caso es huir de todo, no enfrentarse a nada y estar lo suficientemente aislado y anulado como para no darse cuenta de la destrucción física y psicológica que eso conlleva. Cuando era muy pequeña, en uno de mis intentos por solucionar todos los problemas del mundo se me ocurrió que si metíamos a todos los drogadictos en una cárcel y los dejábamos morir se acabaría el problema de las drogas, y así también el de los fumadores, los alcohólicos, los asesinos, los violadores… Mi padre sonrió con cierta lástima, y me preguntó: Quien es tu mejor amiga? – Vanesa – Respondí yo. Bien, pues ahora imagina que tu amiga Vanesa fuese drogadicta, la meterías en esa cárcel? Y yo contesté: no, a ella no.
Ese es el problema, antes el yonki era un flaco alto y desgraciado que vivía en las plazas atracando a las viejecitas, lavándose los brazos en las fuentes públicas y pinchándose en el portal de enfrente de mi colegio. Ahora no.
Ahora el yonki es tu vecino, tu jefe, el que te sirve las copas, tu, tu padre, esa chica que te gusta, tu sobrino de 16 años, tu hermano, tu hijo. A veces sueño que pasan 30 años, que voy sola por la calle y no conozco a nadie, que todos están muertos, cáncer de pulmón, sida, infarto de miocardio, cirrosis, accidente de coche por conducción ebria, suicidio… Y no me parece tan exagerado ni tan lejano. Me parece más bien probable, posible, pero sobretodo me parece lógico con el ritmo que “lleva-mos”. Adictos a sustancias químicas que hacen sufrir a largo plazo, cogiendo el frasco que pone “veneno” y llamándolo “vicio”. Yo no hablo de defectos, no es un defecto que Fulanito fume, no es un defecto que Menganito beba todos los fines de semana, no es su forma de ser, no distingo entre bebedores y no bebedores, fumadores y no fumadores, yo distingo entre gente adicta y gente libre. Entre sanos y enfermos. Entre vivos y casi-muertos. Nadie en su sano juicio desea tomar algo que lo destruya. Es muy distinto hacer “lo que uno quiere” que “lo que le venga en gana” cuando está desesperado y tiene pocos problemas o… Demasiado tiempo libre. Para mí no hay absolutamente nada que lo justifique. Mal de muchos consuelo de “todos”. Ninguna circunstancia es tan difícil como para agachar la cabeza y meterla debajo de la tierra. No quiero eso para mí ni a mi lado. Y por mucho que me cueste renunciaría a cualquier cosa que me acercara a ese universo oscuro donde siempre es de noche, pero sin luna.
Ni estrellas.

Ácida S

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