Agotada y cansada, un poco más mayor que antes, más lacia. La mirada perdida sin apenas brillo y una piel grisácea que ya no luce como tuya. La de la piel de porcelana… anda. Y casi te sienta bien porque “feliz y tranquila” aun no lo has probado, te incomoda tanto como no estar entrenada para buscar la seguridad en algo que no te destruya.
Vives sin vivir en ti y tan alta vida esperas.
Que mientras yo hoy me quedé sin cine, sin caprichos y sin maletas, tu acostumbrada a ser princesa, te lanzaste al mundo sin doncella. Y por no saber aferrarte a ti misma, te agarraste con todas tus fuerzas a lo primero que pasó con manos de tierra.
Que sobredosis de soberbia, bailando, sonriendo, amaneciendo demacrada tan lejos de la cuna. Mentiras que se hacen planes que nunca crecen para esconder lo que eres detrás de lo que pareces.
Cada vez menos diferencia.
Dar lástima y negociar llegando al límite de la pereza de no mover un dedo cuando la sombra acecha sobre tu metro cuadrado de miseria. Sin lugar a dudas abandonada en este universo tan cruel demasiado pronto y siempre mejor mal acompañada que sola. Cuando dentro de diez años el mejor recuerdo que puedas dejar sonará así: ¿Qué fue de ti?
Ácida S.
Escuchando: Breaking the habits – Linkin Park
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