15.8.06

despierta

Hay días extraños, grises, en los que me miro al espejo indirectamente y me pregunto cómo se siente uno al gustarse a sí mismo.
En algún sentido.
Acaso vale la pena jugárselo todo a la carta de la adrenalina constante. Ese as de corazones rotos, irreparables.

Cuando uno es muy joven acepta la vida como un videojuego, pocas cosas parecen reales y la muerte queda tan lejos que apenas se piensa en ella, uno actúa sin juicio, como si hubiera más vidas en stock. Un stock ilusorio.
Cada exceso, cada minuto perdido, cada amistad inoportuna, todo acaba pasando factura, pesando sobre nuestro presente y transformado el futuro que queríamos en el que nos ha tocado.
He pensado tantas veces en el destino, en la suerte, que a veces hasta caminar me aterra, cada movimiento tiene la trágica capacidad de condicionar al que viene y al que ya nunca vendrá.

Y consciente por fin de que el pasado no vuelve, que es imposible viajar en el tiempo en mi mundo absurdo, meto la cabeza debajo de la almohada y me limito a no tomar ninguna decisión en la película en que he convertido mi vida, donde no soy más que una mala actriz secundaria que consiguió su papel en un casting para mujeres atrapadas en ciudades contaminadas.

Si fuera otra...

Si fuera otra tendría mil planes para mí misma.
Pero no soy otra.
Sólo sigo siendo yo.

Ácida S.

No hay comentarios: